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Borrar la memoria

Camino cada tarde por unas calles empedradas y sedientas. A veces descanso en una banca de la Plaza de Armas. Luego imagino que subo a una barca y navego sin timón sobre la arena. Me gusta ver, desde la proa, cómo se apagan mis recuerdos, como pavesas arrastradas por el aire. Algún día terminaré, como mi padre, sumido en el silencio, con los ojos perdidos en las dunas, si la muerte no se apiada de mí para llevarme, antes de que se apaguen los rescoldos.

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